Las Cruzadas
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Desde el Renacimiento hasta nuestros días pocos
temas han resultado tan atractivos como el de las Cruzadas. A su alrededor se
han creado mitos y leyendas muy alejadas de la realidad histórica y que la
literatura y el cine se han encargado de difundir.
En general, se denomina como Cruzadas a la
serie de campañas, comúnmente militares, que a partir del siglo XI se
emprendieron desde el Occidente cristiano contra los musulmanes para la
recuperación de Tierra Santa. Estas campañas comenzaron alrededor del 1096 y se
extendieron hasta el 1291 y se caracterizaban por la bendición que les concedió
la Iglesia, otorgando a los particulares indulgencias espirituales y
privilegios temporales a los combatientes.
Antes de continuar, puedes encontrar en el siguiente enlace una breve introducción a Las Cruzadas
Recurso Interactivo: Las Primeras Cruzadas
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El origen de las Cruzadas
La primera Cruzada fue predicada por el Papa
Urbano II en el Concilio de Clermont (1095), tras la conquista de Jerusalén por
los turcos seljúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del emperador bizantino
Alejo I Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara
connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de
ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla,
que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos, afianzando
su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de desviar la guerra
endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que pudiera ser
común a todos ellos, la lucha contra el infiel o hereje.
También tuvo un papel importante la necesidad
de expansión de la sociedad feudal, en la que el marco de la organización
señorial se vio desbordado por el crecimiento, obligando a emigrar a muchos
segundones de la pequeña nobleza en busca de nuevas posibilidades de lucro. De
esta procedencia eran la mayoría de los caballeros franconormandos que formaron
la mayor parte de los contingentes de la primera cruzada.
La historia tradicional contabiliza ocho
cruzadas, aunque en realidad el número de expediciones fue mayor. Las tres
primeras se centraron en Palestina, para luego volver la vista al Norte de
África o servir a otros intereses, como la IV Cruzada.
La Primera Cruzada (1095-1099): dirigida por Godofredo
de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y Bohemundo I de Tarento culminó con la
conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea (1097) y Antioquia (1098),
y la formación de los estados latinos en Tierra Santa: el reino de Jerusalén
(1099), el principado de Antioquia (1098) y los condados de Edesa (1098) y
Trípoli (1199).
La Segunda Cruzada (1145-1149): predicada por San
Bernardo de Clairvaux tras la toma de Edesa por los turcos, y dirigida por Luis
VII de Francia y el emperador Conrado III, terminó con el fracasado asalto a
Damasco (1148).
La Tercera Cruzada (1187-1192): fue una consecuencia
directa de la toma de Jerusalén (1187) por Saladino. Dirigida por Ricardo
Corazón de Léon, Felipe II Augusto de Francia y Federico III de Alemania, no
alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para cederla luego
al Rey de Jerusalén, y junto a Felipe Augusto, Acre (1191)
La Cuarta Cruzada (1198-1204): inspirada por
Inocencio III ya contra Egipto, terminó desviándose hacia el Imperio Bizantino
por la intervención de los venecianos, que la utilizaron en su propio beneficio
Tras la toma y saqueo de Constantinopla (1204) se constituyó sobre el viejo
Bizancio el Imperio Latino de Occidente, organizado feudalmente y con una
autoridad muy débil. Desapareció en 1291 ante la reacción bizantina que
constituyeron el llamado Imperio de Nicea, al tiempo que Génova sustituía a
Venecia en el control del comercio bizantino.
La Quinta Cruzada (1215-1221): Proclamada por Inocencio III. Intervienen en esta: Juan de Brienne, que era el rey titular de Jerusalén y Andrés II de Hungría. Después de ser derrotados ante el monte Tabor, los cruzados pasaron a Egipto y ocuparon por un tiempo Dalmietta. Los cruzados esperaban conquistar Egipto pero no triunfaron, porque el sultán los amenazó inundando las zonas rivereñas del bajo Nilo y pidieron la paz.
La Sexta Cruzada (1228-1229): Fue una cruzada imperial, organizada por el excomulgado Federico II de Alemania y por medios diplomáticos que consistían en el Tratado de Jaffa (firmado también por el Sultán y Federico II), logró la recuperación de Jerusalén, Belén y Nazareth.
La Séptima Cruzada (1248- 1254): La atención de Federico se centró en el conflicto con el Papado. Esta cruzada fue muy parecida a la Quinta Cruzada, preparada con el mismo criterio, con parecida ignorancia y culminada con igual desastre. Fue la respuesta a la derrota de Gaza en 1244. San Luis, mal aconsejado, dirigió sus fuerzas contra el Cairo, pero fueron cercados y vencidos en Mansurah.
La Octava Cruzada (1268- 1270): Dirigida por San Luis en contra de Túnez. Los cruzados desembarcaron en el norte de África y fueron bloqueados en Cartago. Les faltó agua y una peste se cernía sobre el ejército. Concluye con la muerte de San Luis.
La Novena Cruzada (1271- 1272): fue la más extraña de todas, dirigida por un soberano excomulgado, Federico II de Alemania, alcanzó unos objetivos sorprendentes para la época: el condominio confesional de Jerusalén, Belén y Nazareth (1299), status que sin embargo duraría pocos años.
La Quinta Cruzada (1215-1221): Proclamada por Inocencio III. Intervienen en esta: Juan de Brienne, que era el rey titular de Jerusalén y Andrés II de Hungría. Después de ser derrotados ante el monte Tabor, los cruzados pasaron a Egipto y ocuparon por un tiempo Dalmietta. Los cruzados esperaban conquistar Egipto pero no triunfaron, porque el sultán los amenazó inundando las zonas rivereñas del bajo Nilo y pidieron la paz.
La Sexta Cruzada (1228-1229): Fue una cruzada imperial, organizada por el excomulgado Federico II de Alemania y por medios diplomáticos que consistían en el Tratado de Jaffa (firmado también por el Sultán y Federico II), logró la recuperación de Jerusalén, Belén y Nazareth.
La Séptima Cruzada (1248- 1254): La atención de Federico se centró en el conflicto con el Papado. Esta cruzada fue muy parecida a la Quinta Cruzada, preparada con el mismo criterio, con parecida ignorancia y culminada con igual desastre. Fue la respuesta a la derrota de Gaza en 1244. San Luis, mal aconsejado, dirigió sus fuerzas contra el Cairo, pero fueron cercados y vencidos en Mansurah.
La Octava Cruzada (1268- 1270): Dirigida por San Luis en contra de Túnez. Los cruzados desembarcaron en el norte de África y fueron bloqueados en Cartago. Les faltó agua y una peste se cernía sobre el ejército. Concluye con la muerte de San Luis.
La Novena Cruzada (1271- 1272): fue la más extraña de todas, dirigida por un soberano excomulgado, Federico II de Alemania, alcanzó unos objetivos sorprendentes para la época: el condominio confesional de Jerusalén, Belén y Nazareth (1299), status que sin embargo duraría pocos años.
Consecuencias
Las Cruzadas influyeron en múltiples aspectos
de la vida medieval, aunque, en general, no cumplieron los objetivos esperados.
Casi todas las expediciones militares sufrieron importantes derrotas. Reiniciaron
el contacto cultural y comercial entre Oriente y Occidente. Esto colocó en una
posición de mucho poder e influencia a las ciudades portuarias y comerciales de
Italia, como Génova y Venecia. El poder de la nobleza feudal, fuertemente
diezmada en las guerras contra los turcos y debilitada por el auge del
comercio, decayó notablemente. La nueva situación fortaleció el poder de los mercaderes
y los reyes.
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